Uno de los esenciales del ser humano, y particularmente del cristiano, es la salvación. Paradójicamente, para alcanzarla, pone en juego mecanismos, recursos, actitudes y procedimientos que, después de todo, le resultan abrumadores e inútiles.
Anhela supremamente "ser limpio y completo", como reza el himno, pero siempre termina en el fracaso. Su conflicto interno es inenarrable y en él, tristemente es un franco perdedor. Prevalecen sobre su naturaleza debilidades y limitaciones; por lo mismo, su degradación lo esclaviza y su debilidad lo incapacita. Su caso es ciertamente desesperado.
Por fortuna, en la bruma de un cuadro tan desolador, las amorosas palabras de Cristo, "sin mí nada podéis hacer", resuenan con inusitado significado, al par que se proyectan como su única esperanza cierta. No tiene que combatir solo, ni elevarse sobre sus pies con sus fuerzas humanas, pues ello sería imposible.
Anhela supremamente "ser limpio y completo", como reza el himno, pero siempre termina en el fracaso. Su conflicto interno es inenarrable y en él, tristemente es un franco perdedor. Prevalecen sobre su naturaleza debilidades y limitaciones; por lo mismo, su degradación lo esclaviza y su debilidad lo incapacita. Su caso es ciertamente desesperado.
Por fortuna, en la bruma de un cuadro tan desolador, las amorosas palabras de Cristo, "sin mí nada podéis hacer", resuenan con inusitado significado, al par que se proyectan como su única esperanza cierta. No tiene que combatir solo, ni elevarse sobre sus pies con sus fuerzas humanas, pues ello sería imposible.
Autor: Morris L. Venden
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